Una producción con vida

El principio de control de calidad humano

Los sueños nacen de unas bobinas de material y acaban alcanzando extraordinarias dimensiones. En la sede de USM en Münsingen, a nadie le extraña la entrega de dos kilómetros de chapa de acero. La llegada de estos majestuosos rollos es algo diario: poco después se cortarán miles de piezas para los sistemas modulares según la cantidad y la medida que desea y necesita el cliente. En Münsingen, no se produce prácticamente nunca para tener existencias. La naturaleza de un producto tiene mucho que ver con su producción. En USM esto significa, aparte de calidad, sobre todo personalización.

Un techo. Cuatro soportes. Fachadas. «Nuestros muebles son como edificios», dice Alexander Schärer, propietario y director general de USM. Está de pie en aquel pabellón de acero y cristal, donde una vez se creó la primera oficina sin paredes interiores de Suiza, y la estructura del cual dicta los principios de los módulos de los Sistemas Modulares USM Haller. De lo grande a lo pequeño, de lo pequeño a lo grande. La fábrica evoca a los muebles y viceversa. En vista de la historia especial de la empresa, no puede ser de otra manera. Münsingen es y seguirá siendo el exclusivo centro de producción de USM.


Después de tres ampliaciones de las instalaciones de producción, el pabellón sigue siendo una joya arquitectónica en el centro de la sede de USM. La empresa sigue creciendo, el mayor cambio se ha producido en el primavera 2013 con una nueva planta de recubrimiento en polvo. Una inversión de más de diez millones de francos suizos para una superficie del tamaño de catorce campos de tenis, equipada con la más ultramoderna de las técnicas. Alexander Schärer señala la planta, y sonríe: porque en el pabellón no hay nada que ver. La planta especialmente adaptada a USM se encuentra bajo tierra; la impresionante estructura técnica con cámaras, cintas y hornos se pudo construir sin tener que interrumpir las operaciones diarias.

En la superficie, sobre la que fácilmente se podría ofrecer un torneo de Wimbledon, se lanza con precisión polvo con cuatro cintas transportadoras de pintura completamente automatizadas. De esta manera, se recubren diariamente con 14 colores elementos metálicos de 5.600 metros cuadrados para los Sistemas Modulares USM, lo que significa un gran salto en términos de capacidad.

La planta de recubrimiento de polvo como instalación central también es un claro compromiso con el lugar de producción, Suiza, y con los valores del factor «Swissness» reconocido en todo el mundo. Aquí se pueden garantizar altos estándares de calidad, condiciones óptimas de fabricación y procesos flexibles. La impresionante maquinaria, en la que se proyectan partículas de polvo en una forma uniforme con ayuda de pistolas sobre una pieza de trabajo con conexión a tierra, asegura el aumento de capacidad, la minimización del riesgo, una mayor flexibilidad y mejores condiciones de trabajo. En resumen, las medidas también muestran lo que se entiende en USM con el término de sostenibilidad activa. Así, sólo el consumo de energía se reduce hasta en un 30 por ciento.

Parte de la sostenibilidad es más que nada la conservación del valor del producto como tal. Las decisiones entorno a esta durabilidad se toman al principio del proceso de producción. Herramientas inteligentes y un control adecuado siguen con la tradición de la empresa con medios a prueba del futuro. Donde las máquinas apoyan al trabajador en una gran parte del trabajo manual, el factor humano siempre seguirá siendo importante. Los clientes de USM tienen la misma comprensión y la misma demanda de calidad en todo el mundo. Por eso la precisión y la fiabilidad no se dejan solamente para las máquinas, sino también para los empleados. Esto se vuelve a demostrar cuando las piezas individuales, que durante toda la producción van acompañadas por un volante digital con las peticiones exactas del cliente en cuanto a la configuración, llegan a la nave de montaje. Aquí los elementos se montan completamente o se premontan en unidades más pequeñas para el transporte.
«Nuestro mejor control de calidad sigue siendo el hombre», dice Alexander Schärer, «cada parte se inspecciona varias veces manualmente». Lo que se ha producido con máquinas, se monta individualmente a mano. Nada les pasa desapercibido a los entrenados ojos. Aquí ayuda la antigüedad de los empleados en USM que en promedio es de 15 años. También son los valores internos los que representan a una empresa.

Así es como el proceso de producción crea competencias y, por supuesto, muebles. Todo, entre personas.