Franklin Azzi, arquitecto

París, Junio 2021

Franklin Azzi es un arquitecto cuyo trabajo se nutre de la intersección de visiones y disciplinas. Al establecer un diálogo constante en su estudio entre arquitectura, interiorismo, diseño y arte contemporáneo con el apoyo de un Fondo de Dotación específico, Azzi desarrolla un arte de diseñar y construir abierto a todas las escalas y tipologías de espacios. Nos reunimos con él en su casa, situada en el corazón de la Margen Izquierda, antes de dirigirnos a la Margen Derecha, en el barrio de Sentier, para una visita privada a su estudio, creado en 2006. 

¿Le importaría empezar presentándose?

Me llamo Franklin Azzi y soy arquitecto. Creé mi estudio de arquitectura hace 15 años. En él combino urbanismo, arquitectura, interiorismo, diseño y mobiliario urbano.


En 2019 creé el Fondo de Dotación Franklin Azzi, que promueve el arte contemporáneo y que dirijo desde hace 3 años. Dos veces al año organizamos exposiciones colectivas o individuales y también acompañamos a los artistas en la realización de sus obras.

¿En qué consiste este acompañamiento de artistas?

Actuamos un poco como una oficina de diseño. Algunos proyectos artísticos plantean problemáticas de carácter técnico: puede tratarse de cuestiones de cimentación, tamaño, impermeabilización, resistencia, materiales, etc. Son temas bastante complejos que dominamos bien en arquitectura. Por ejemplo, trabajamos con Tatiana Trouvé, una de las más grandes artistas francesas, en el marco de un encargo público estadounidense para una obra en Central Park. Se trataba de una escultura de grandes dimensiones que coqueteaba con las escalas arquitectónicas.

¿Cuándo empezó a interesarse por el arte?

Siempre he sentido esa pasión, pero tomó un giro algo más decidido cuando estudiaba en la Escuela de Arte de Glasgow, en Escocia. Es una escuela que, al estilo de la Bauhaus, representa todas las disciplinas: diseño industrial de automóviles, estilismo, cerámica, escultura, ebanistería... Fue allí donde descubrí el trabajo en colaboración con artesanos y artistas. Recorrí numerosos talleres y me dí cuenta de que poseían otras habilidades. Me enseñó a ver las cosas desde otra perspectiva. También fue allí donde desarrollé el gusto por los materiales blandos, las telas, etc.

¿De ahí proviene su gusto por el interiorismo?

Así es, me encanta el diseño de interiores y para mí no es una disciplina secundaria. En el estudio creamos arquitecturas que pueden ser bastante estrictas, y en muchos sentidos el interiorismo me permite compensar estos mundos, hacerlos muy humanos y cálidos. Para mí se complementan de forma perfecta.


Además, si nos remontamos a la década de los 50 y 60 del siglo pasado, arquitectos como Alvar Aalto, Oscar Niemeyer o Le Corbusier se dedicaban a colaborar manteniendo el control global del lugar que estaban creando. ¡A veces, desde los muebles hasta el picaporte de la puerta! Eso es lo que hemos intentado conciliar durante los últimos años en el estudio con lo que denominamos "arquitectura global": hacemos un interiorismo imbricado en la arquitectura con equipos dedicados.

¿Cómo entiende la evolución de la profesión de arquitecto?

Los arquitectos de la década de 1980 que hicieron famosa a Francia eran más bien arquitectos artistas, es decir, concebían proyectos muy libres y después los ingenieros se encargaban de ejecutarlos. Hoy en día nos encontramos en la encrucijada de todas las crisis, ya sean económicas, sanitarias o medioambientales. De hecho, nuestro trabajo se ha vuelto muy técnico. Ya no podemos dibujar una forma gratuitamente, hay que justificarla. Por ello debemos acumular conocimientos muy diversos con un espectro extremadamente amplio.


En la actualidad podemos afirmar que hay una disociación entre oficio y profesión. Los jóvenes arquitectos aprenden una profesión en un sentido noble y ultracreativo, en la que se les pide que se dejen llevar y liberen sus expresiones. Y cuando por fin llegan los primeros encargos, se dan cuenta de que la realidad es distinta, porque pasamos el 90% de nuestro tiempo resolviendo problemas realmente complejos. De este modo de resolver las limitaciones nace una trayectoria creativa que es bastante única y a la que cada uno aporta su impronta.

¿Cómo describiría la firma Franklin Azzi?

En lo que a mí respecta, soy un poco como artistas minimalistas a los que les gusta trabajar lo material, el proceso industrial, la economía del proyecto... Tengo colegas que se consideran creativos antes que técnicos, pero personalmente creo que hay mucha creatividad en la técnica. De ahí proviene una forma de creatividad que es bastante honesta y pura. Eso es lo que defiendo en el estudio.

¿En qué ámbitos se inspira?

Son numerosas mis fuentes de inspiración, aunque destacaría mi colección de antiguas revistas de arquitectura. Enriquezco constantemente mi colección de las décadas de 1950, 1960 y 1970, lo que me permite tener, no una mirada nueva, sino más bien una comprensión de lo que se hizo en ese época y así liberarme con respecto a lo que puedo diseñar. Te das cuenta de que la arquitectura es como cualquier disciplina, siempre hay reminiscencias de décadas pasadas. Pertenezco a una generación que ama el "sampling", como en la música o el diseño. Recabamos mucha información histórica, y al cabo de un tiempo se transcribe en una especie de cadáver exquisito de arquitecturas. Tuvimos la época funcionalista, decorativa, minimalista, constructivista ... Pero a fin de cuentas, creo que la verdad no reside en ninguna de estas grandes corrientes por sí solas, sino en el "sampling".

¿Cómo encaja el arte contemporáneo en su actividad?

Mis amigos del mundo del arte siempre me decían que se debatían entre exponer en galerías y la sensación de estar en un sistema de consumo en el que perdían su total libertad. En el estudio tenemos un espacio donde albergar exposiciones. En los últimos años, el Fondo de Dotación Franklin Azzi ha presentado exposiciones que rápidamente se han convertido en recurrentes. El Fondo de Dotación sin ánimo de lucro creado en 2019 tiene como fin desarrollar, promover y mejorar la creación artística contemporánea en todas sus formas. Entre nuestras exposiciones en los locales de la calle Uzès, las instalaciones interiores y exteriores, prestamos apoyo a jóvenes talentos salidos de las escuelas de bellas artes y artes aplicadas y los ponemos en relación con artistas consagrados y bien representados.

Hablemos de la próxima exposición...

Del 5 al 27 de junio, el Fondo de Dotación Franklin Azzi presenta "Horizons" muestra comisariada por Domitille d’Orgeval, historiadora del arte y crítica de arte. La muestra reúne a una docena de artistas del panorama francés contemporáneo cuyas obras nos sumergen en universos íntimos, urbanos, salvajes, en zonas o territorios imaginarios que cuestionan las relaciones entre la urbe y la naturaleza.

Con USM me gusta poder hacer los muebles en función de mis necesidades, que evolucionan cada año.

Cuando creó su estudio hace 15 años, ¿se instaló directamente en este lugar?

¡No, empecé en un cuarto de servicio! Luego gané mi primer sello, un poco como en la música, y se me presentó la oportunidad de alquilar diferentes locales. Hace 8 años tuve la suerte de poder comprar estas oficinas en la calle Uzès. Estamos en un edificio construido por Boussac para sus talleres de confección, a finales del siglo XIX, la edad de oro de la construcción.


Hemos restaurado el edificio, y cada año seguimos haciendo algunas obras para tratar de recuperar su estado original. Cuando lo recuperamos había suelos falsos, techos falsos, luces encastradas, ¡no se parecía a nada! ¡Y menos mal que no se parecía a nada, de lo contrario no habría sido capaz de comprarlo!

Justamente la rehabilitación de edificios es una de las especialidades del estudio, ¿verdad?

Sí, en la actualidad representa la mitad de nuestros proyectos, y pronto llegaremos a dos tercios de rehabilitación frente a un tercio de proyectos de nueva construcción. Este es el sentido de la historia porque es también la mejor respuesta a la crisis ambiental. El tiempo de construcción de un edificio tiene un gran impacto en cuanto a emisiones de carbono, a lo que se añade la escasez de materiales como la arena y el hormigón.


La rehabilitación es algo que me encanta hacer. Con un edificio contemporáneo tienes que hacer frente a la angustia de la página en blanco, mientras que en la rehabilitación, hay algo muy lúdico en el análisis de lo que pudo hacer un colega 50 o 60 años antes. Se trata de intentar entender la esencia del diseño y no disfrazarlo. También trabajamos con historiadores y así es como llegamos a tener respuestas precisas en relación con los diseños originales. En particular, hemos rehabilitado dos edificios de Jean Prouvé. En estos momentos estamos trabajando en un edificio del Marais de Jacques Lecoeur, un arquitecto de la generación de Auguste Perret, el primero en hacer edificios de hormigón.

Gran parte del mobiliario en el estudio es negro: ¿fue una elección estética?

No, es una elección puramente profesional porque en realidad no soy un fanático del negro. En casa es todo mucho más colorido. Por otro lado, un poco como los artistas en sus talleres, me gusta la neutralidad en el lugar donde trabajo. No me agradan los colores de mi oficina. Además, como somos 60 personas trabajando aquí, debe haber un poco de sobriedad.

¿Se acuerda de su primer mueble USM?

Tengo la fortuna de residir en el sexto distrito, donde la gente tira a la basura cosas realmente alucinantes. ¡Así encontré mi primer mueble USM, en la calle! Es un mueble de la primera generación, una caja naranja que había sido cubierta completamente de vinilo, pero reconocí los tubos de acero, las bolas. Lo restauré y desde entonces está en mi casa.


En los siguientes muebles fue una cuestión de azar A pocos números de nosotros, había un grupo de prensa que tuvo un pasado floreciente, y cuyos locales estaban completamente amueblados con USM. Cuando se mudaron pude comprarles lotes de muebles. Poco a poco comencé a hacerme una especie de colección.


Con USM me gusta poder hacer los muebles en función de mis necesidades, que evolucionan cada año. Tengo una relación muy estricta con la sostenibilidad de las cosas, detesto los objetos que no duran.


Por eso colecciono objetos militares que son el resultado de colosales investigaciones de ingeniería. De hecho, en todos los ámbitos, el ejército ha desempeñado un papel impulsor en un momento u otro, incluso en el mobiliario. Colecciono muebles del ejército suizo, que actualmente se encuentran en mi casa de campo. Es el punto cero de diseño y eso es lo que me fascina. No me gusta que el diseñador tenga preponderancia sobre el objeto, porque cuando solo haces un objeto de marketing no es sostenible.


En cambio, los muebles USM están hechos para durar y son intemporales. Los tengo desde hace 15 años y no siento que pasen de moda. Disfruto mucho contemplándolos cada día.

Nos gustaría dar las gracias a Franklin Azzi por la cálida bienvenida y el emocionante intercambio. Puedes descubrir el trabajo de la agencia en su página web y en Instagram @franklinazzi.

Si desea comprar un mueble USM Haller, puede diseñarlo con nuestro configurador en línea o puede contactar con su distribuidor local aquí.

Fotografías: Alexandre Moulard