Arnaud Pyvka, fotógrafo

París, Francia

Aunque ahora se dedica exclusivamente, y con éxito, a la fotografía, Arnaud Pyvka también ha sido director artístico y redactor jefe de una revista de moda creada por él. Su estilo único, reconocible sobre todo por el cromatismo de sus imágenes, se expresa tanto en su obra personal como en las campañas publicitarias que realiza para las marcas internacionales más destacadas.


Nos recibe en su elegante piso parisino, donde piezas de diseño icónicas comparten espacio con sus libros y objetos favoritos, para hablar de su enfoque creativo y su pasión por el diseño y el arte contemporáneo.


Para comenzar, ¿podría presentarse?


Me llamo Arnaud Pyvka y soy fotógrafo. Desde hace 9 años, me dedico a tiempo completo a esta actividad, pero anteriormente tuve varios trabajos en los que integraba asimismo la fotografía.


Fui redactor jefe de una revista de moda que creé llamada Double Magazine, labor que compaginé con la dirección de arte para marcas y para interiorismo, aunque en 2011 decidí dejarlo y dedicarme en exclusiva a la fotografía.  En ese momento, me dedicaba solo a galerías, pero cuando dejé de hacerlo, gente de la industria de la moda vino a buscarme para que trabajara con ellos, especialmente en Estados Unidos para la publicidad.  Así pues, de mi obra personal expuesta en galerías surgieron grandes proyectos publicitarios para Samsung, Play Station o Bergdorf Goodman...

¿Y continúa este mismo trabajo personal?


Sí, porque para mí la fotografía es un alfabeto.  Incluyo palabras en mis fotos. Es a la vez mi memoria, mi percepción del mundo y una forma de reescribir las cosas cuando preparo una exposición o un libro.


¿Cómo reparte actualmente su tiempo entre ambas cosas?


En general, es más bien un 90% de trabajo comercial (risas), pero en los últimos 6 meses me he centrado mucho más en mi obra personal.  Y está dando sus frutos, porque vendo copias, recibo encargos de coleccionistas...


Y a largo plazo, ¿le gustaría dedicarse al 100% a su dedicación personal?


No, me he dado cuenta de que me encanta hacer obras por encargo. Para mí siempre es un reto desvelar la esencia de la marca, adentrarla en otros territorios.  Este planteamiento siempre me ha interesado. Es como crear una revista o trabajar en dirección artística, ya sea en eventos o en publicidad. Se trata de sumergirme en el ADN de la marca, e impulsarla con mi visión.


Me encanta colaborar con otros artistas.  Y lo mismo ocurre en mi obra personal.  Ahora trabajo con otros autores, mucho más conocidos que yo, pero este intercambio siempre ha existido.

¿Qué es lo que más le agrada de su trabajo?


Precisamente, la interacción.  La parte técnica es tan solo un reto que debemos resolver, puesto que forma parte de nuestros pliegos de condiciones.  Lo que me gusta es el encuentro con otras personas.  Además, la revista que he creado se llama "Double", ya se imaginan por qué.  Esto significa que en cuanto somos dos, surge otro punto de vista a partir del proceso de intercambio de ideas.


¿Cómo definiría su estilo fotográfico?


Es muy difícil hablar de ello... la gente dice... que tengo un estilo burgués por los temas que elijo.  Por "burgués" me refiero a una especie de ligereza, de distanciamiento. Fotografío a mis hijos, a mi mujer, a mis amigos... que aparecen en una exposición sin saberlo (risas)... ese tipo de cosas... Así que es muy personal, "burgués" en ese sentido. Y mi vida no es la de Nan Goldin, ni la de Araki...(risas)


Nunca sabes dónde estás en mis fotos, podrías estar en cualquier parte del mundo.  No hay un deseo por caracterizar los lugares. Aunque, por otro lado, cuando me piden que esté en un lugar, soy capaz de representarlo de forma realmente reconocible.


No voy a ir a Afganistán para fotografiar talibanes ni nada parecido.  Ya me lo ofrecieron: de momento lo he rechazado porque es algo que requiere una inmersión total durante uno o dos años. Es en realidad una cuestión de tiempo.  Se necesita mucha dedicación para seguir estos temas.  Por eso me centro más en proyectos mucho más breves...


¿Qué quiere decir con el deseo de que no se reconozca el lugar?


No reconocer los lugares es para mí hablar de cómo el mundo está cambiando, que es universal. Las transformaciones de hoy son las mismas, en todo el planeta, forma parte de nuestra época.


¿Ha constatado esta transformación a lo largo de los años y de sus viajes?


Sí, la percibo en todas partes.  La gente se viste igual, vive en los mismos edificios, con idénticos muebles, consume de la misma manera. Lo terrible es que se está perdiendo la identidad.  Para mí, esto siempre ha sido una preocupación.  Y en mi trabajo fotográfico siempre hay una segunda lectura que cuenta esta historia.


Veo que tiene muchos muebles de diseño vintage.   ¿Es su pasión? ¿Le gusta buscar ocasiones?


Son los objetos los que nos siguen.  Vivimos con ellos.  Así que es bueno estar cerca de esos objetos.  Suelo buscar artículos de ocasión interesantes. En Internet, durante mis viajes, en el mercado de Serpette, en los anticuarios...


Es el corazón el que lo dicta todo. Nunca parto de una necesidad. Por lo demás, los muebles siempre encuentran su lugar, aunque haya que quitar cosas para ponerlos allí.


¿Quiénes son sus fotógrafos favoritos? ¿Quién le motivó a escoger este oficio?


Quise dedicarme a esta profesión porque mi padre era fotógrafo aficionado, y me apresuré a esconderme detrás de una cámara para descubrir el mundo.  Al principio, no eran los fotógrafos profesionales los que me motivaron a hacer fotos.  Pero más tarde, por supuesto, identifiqué algunos que son importantes para mí. Muchos de estos fotógrafos han trabajado para la revista Double. Solo uno no ha trabajado para la revista, Wolfgang Tillmans, que es el más importante para mí.  En mi opinión, es quien ha transformado toda la fotografía contemporánea.


Pero también hay gente como Araki, William Eggleston, Juergen Teller. Muchos de ellos son importantes para mí... De ahí mi gran biblioteca de libros de fotografía, pero no todo es fotografía, ni mucho menos... La arquitectura, el diseño, la pintura o el dibujo también me inspiran.

Háblenos de cuando descubrió USM...


Descubrí la marca USM en Suiza, hace 25 años. ¡En una escuela de esquí! Era un mueble azul genciana y amarillo que me pareció precioso. No recuerdo el nombre de la estación de esquí, ¡pero no he olvidado esa pieza!


Hace 25 años era muy difícil encontrar un distribuidor de USM en Francia.  Sin embargo, dos meses después encargué mi primer mueble.  Lo instalé en mi lugar de trabajo, una oficina que compartía con un amigo.  Y por cierto, ¡este amigo debe poseer ahora unos 30 muebles de USM!


Vemos varios muebles de USM en su piso, ¿lleva mucho tiempo viviendo aquí?


Dos años y medio.  Elegí muchas piezas de USM, pues entendí que cuando mandas hacer muebles clásicos a medida, no puedes quitarlos después.  Se diseñan para un lugar concreto, hay que dejarlos en su sitio. Así que para mí, gracias a su modularidad, USM es siempre la forma de decir "de todos modos haré lo que quiera". Acabo de encargar más muebles USM, para mi casa de campo esta vez, pensando en las necesidades que tengo hoy pero también en lo que podría hacer con ellos más adelante.


Más allá de la modularidad de USM, ¿qué le gusta de este mobiliario?


Me gusta su sobriedad. El hecho de que no haya cambiado en 50 años Esta sobriedad es muy eficaz. Y poder jugar con los llenos y los vacíos.


¿Y los colores?


En este piso combino el blanco y el negro. Porque cuando empiezas con colores como el amarillo, el azul... la combinación tiene que encajar bien en el lugar. Y como sé que las cosas van a cambiar, ha de ser fácil adaptarlos a otro sitio. En el campo he vuelto a pedir blanco y negro, pero también amarillo.

¿En qué estancia pasa más tiempo?


En la sala de estar. He instalado mi oficina allí y ahora trabajo desde casa cuando estoy en París.


La habitación de los niños también tiene un mueble USM...


La verdad es que no les he pedido su opinión (risas).  De momento no tienen una relación muy afectiva con los objetos, espero que la desarrollen más adelante. Al menos conviven con mobiliario y obras de arte en el piso, así que en principio estarán condicionados hacia los objetos bellos.


Exacto, vemos muchas obras de arte en su piso, ¿es coleccionista?


En efecto, es otra de mis aficiones.  Y al igual que con los muebles, funciono a base de flechazos. Me gusta especialmente la galería Crèvecœur, cerca de Ménilmontant.  Tuvieron la valentía de ocupar un gran espacio y cuentan con un grupo de artistas excepcional. Esta galería está dirigida por personas de 40 años, eso es ser joven en el mundo del arte contemporáneo, y han sabido arriesgar: organizaron una feria paralela a la FIAC...


¿Es París "el lugar donde hay que estar" para la fotografía?


No, París es un pueblo.  Si buscas dinamismo, París no es "el lugar donde hay que estar".  Lo que acompaña a la noción de pueblo es una especie de indolencia.  Y París es una ciudad bastante despreocupada, a sus habitantes no les agrada ir con prisas. No es donde ocurren las cosas más espectaculares, pero es un lugar agradable para vivir. Con todo, en París han cambiado muchas cosas en los últimos años. Los jóvenes en particular son muy dinámicos, y la galería Crèvecœur es un ejemplo de ello.


Sin embargo, París no es una ciudad para la fotografía. Para eso está Los Ángeles, porque la fotografía necesita coleccionistas para existir. Hace falta gente que compre por impulso.  Así sucede en Estados Unidos, lo que ha permitió que vinieran después muchos grandes artistas americanos.


Por ejemplo, fui a Estados Unidos a mostrar mi obra personal, y acabé haciendo 10 campañas publicitarias el año siguiente. Los estadounidenses no tienen la misma cultura del riesgo.


En Francia existe una aversión al riesgo.  Crear una revista como la mía, por ejemplo, no es algo natural en absoluto en la cultura francesa... Hoy en día es una opción haber parado, hacer otra cosa.  Aunque sigo siendo coeditor y copropietario de la revista, ya no me implico directamente en la línea editorial.. Una revista requiere mucha dedicación mental, tiempo de reflexión.  Acabé por mirar la vida solo a través del prisma de Double.  Era obsesivo, y a veces hay que saber trasladar la obsesión... (risas)

Queremos dar las gracias a Arnaud Pyvka por habernos recibido y por haber compartido con nosotros reflexiones apasionantes. Puede descubrir su trabajo en la cuenta de Instagram @arnaudpyvka.

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