Kristina Pickford, Diseñadora de interiores

Auckland, Nueva Zelanda

Tras una minuciosa renovación de su gran casa de mediados de siglo diseñada por el arquitecto Sir Miles Warren y ubicada en un arbolado barrio de Christchurch, Isla Sur de Nueva Zelanda, la interiorista Kristina Pickford y su marido Michael decidieron mudarse. Optaron por la antítesis de la anterior residencia: en lugar de casa, es un apartamento; en lugar de la isla sur, han optado por el norte, y en lugar de campo, un solar urbano sin espacio exterior. La elección fue un precioso apartamento en el histórico edificio Dilworth, en pleno centro de Auckland, a pocos minutos del paseo marítimo.

Con el mismo cuidado que puso en su casa de Christchurch, Kristina renovó el piso de la pareja con un toque liviano, confiriendo al interior un aire clásico y atemporal. Por su experiencia en conservación del patrimonio e interiorismo, para Kristina era importante respetar el carácter y el legado arquitectónico del edificio. En este caso, significaba despojar al edificio de todo salvo su estructura original y empezar de cero. Kristina no es nueva en este campo, pues participó en la conservación de edificios históricos tras el devastador terremoto de 2011 en Christchurch, Isla Sur de Nueva Zelanda. Para el apartamento de Auckland quiso adoptar el mismo enfoque. Kristina, que no es de las que se sientan a disfrutar de los placeres de la creación y el diseño, está inmersa en un nuevo proyecto: construir una casa en la playa de la península de Coromandel, a unos 150 km al este de Auckland. Es una zona rica en bosques autóctonos templados y en regeneración, además de vastas zonas costeras. A punto de relanzar su negocio de interiorismo, nos reunimos con ella en Auckland para descubrir qué entiende por un buen diseño y cómo su trabajo sigue siendo relevante en un mundo profesional en constante cambio.

Háblenos de su traslado de una casa grande a un piso en el centro de la ciudad. Tuvo que ser un gran cambio, sin duda.

¡Desde luego que sí! Pero es interesante darse cuenta de que podemos vivir en un espacio más pequeño y tener todo lo necesario. A decir verdad, la elección de vivir en un piso y poner a prueba la noción idealista de vivir con menos fue un motivo importante de la mudanza.

¿Cómo ha funcionado en la práctica esta noción idealista?

Crecí en el campo y siempre he tenido mucho espacio, lo que me llevó a acumular muchas cosas. Así que creo que deshacerme de mucho fue bueno para mí, para los dos, en realidad. No se necesita gran cosa para ser absolutamente feliz. ¡Para nada te hacen falta todas esas estancias! Lo único que echo de menos es el jardín.

¿Dispone de algún espacio exterior?

No, no tenemos. Si alguien me dijera que tenemos que quedarnos aquí para siempre, encontraría la forma de marcharme bastante rápido. Lo que nos salva es Coromandel [Kristina y su marido están construyendo allí una casa de playa]. Necesito tierra bajo mis pies y tierra en la que trabajar.

¿Cree que se trata de un rasgo particularmente neozelandés?

Desde luego. Estamos empezando a adaptarnos a vivir en apartamentos. Históricamente, pocas personas han optado por vivir en pisos en Nueva Zelanda. ¡Nos han educado para aspirar a parcelas de 1.000 metros cuadrados!

¿Le parece que esta actitud está cambiando?

Opino que sí, pero hemos de procurar que nuestras ciudades se desarrollen de forma que animen a la gente a vivir en pisos. Auckland está aún muy lejos de eso, es una ciudad pensada más para el coche que para el peatón, y no hay muchos espacios públicos. Pero es genial tener cerca el puerto y a las islas.

¿Cuál ha sido su trayectoria en el mundo del diseño?

Estudié arquitectura paisajística, y luego me pasé al diseño de interiores. Tuve mi propio negocio durante siete años en Christchurch, antes de volver a estudiar historia del arte y arquitectura. También probé suerte con la escultura. En realidad, la arquitectura siempre fue mi sueño desde niña. ¡Mi madre me decía que no tenía aptitudes porque no utilizaba la mesa de dibujo de mi padre!

¿Su padre es arquitecto?

No, es ingeniero. ¡Soy una aspirante a arquitecto! Fue el deseo de crear lo que me condujo hacia el diseño de interiores y la historia de la arquitectura. Me encanta tener un proyecto; el proceso de participar en todos los pasos hasta verlo terminado.


La arquitectura y la historia del arte me llevaron a la conservación del patrimonio. Trabajé seis años con Heritage New Zealand Pouhere Taonga como asesora. Gracias a este trabajo viajé a Finlandia y otros países, donde tuve el placer de conocer a gente maravillosa y visitar algunos de los mejores ejemplos de arquitectura modernista del mundo. Y luego el CoCA...

Háblenos del CoCA, Centro de Arte Contemporáneo de Chirstchurch

Dirigí ese proyecto durante cuatro años. Fue estupendo ver cómo se materializaba, con la galería abierta al público de nuevo... fue muy gratificante. Supervisé sobre todo la restauración y renovación de la galería Brutalista, uno de los pocos edificios modernistas que se salvaron tras el terremoto de 2011.

Y ahora retoma la decoración de interiores. ¿Le importa contarnos sus planes?

Siento que estoy volviendo al diseño de interiores con fuerzas renovadas y claridad sobre lo que considero un buen diseño. Para mí, requiere sensibilidad por el contexto, una gran conciencia espacial y, en la mayoría de los casos, un toque de sutileza. Me entusiasma el diseño ético y respetuoso con el medio ambiente mediante el uso consciente de los materiales.

¿Nos puede dar detalles de cómo elige los muebles y objetos de su piso?

Muchas de las piezas que tenemos son vintage: la mesa de centro Carlo Scarpa, el armario de imitación en bambú francés. Otras las compramos nuevas: la mesa de comedor Saarinen y el sofá Flexform. Selecciono lo que creo que nos va a gustar y disfrutaremos el resto de nuestras vidas, cosas que resistirán el paso del tiempo.


Me gusta mezclar estilos y épocas dentro de un espacio, pero siempre con tacto y delicadeza. Disfruto jugando con diferentes texturas, descubrir cómo interactúan con la luz.

Cuéntenos cómo ha integrado los muebles USM en su piso.

Empecé decorando el dormitorio. Desde el principio supe que quería algo que encajara en ambos ambientes, que se integrara tanto en el dormitorio como en el salón. Estuve a punto de encargar algo a medida, pero siempre me han fascinado los muebles USM.


La distribuidora local de ECC, Erica Rodriguez, fue una gran ayuda. Hay un configurador en línea con el que trabajamos conjuntamente. Sin duda necesitas a alguien que conozca el producto para sacarle el máximo partido. Nos mostró ejemplos. El carácter modular ofrece un gran abanico de opciones.


USM tiene un toque amable. La armonía entre el acero con recubrimiento en polvo y el cromo hace que no parezca áspero. Incorpora la dosis exacta de detalle.


También me gusta que los muebles perduren y resistan el paso del tiempo, que los productos USM estén preparados para durar generaciones. Deberíamos diseñarlo todo así, pensando en el futuro.


Me fascina la asimetría de este mueble [señalando las librerías] con ese cajoncito tan original. Además, la posibilidad de personalizar los muebles es increíble. Es algo lúdico pero sin dejar de lado la sobriedad.

Posee algunos muebles Aalto bellísimos. ¿Algo que mencionar sobre ellos?

Tenemos un taburete Aalto. Se trata de una pieza original de la década de 1950 que adquirí cuando visité Helsinki en 2011 para el Simposio sobre Alvar Aalto. La silla pertenece a la serie pata de abanico (la versión de tres patas es poco común) y data de 1954. Conserva su tapicería de cuero original.


Recientemente he comprado un colgador ropero Aalto en un sitio web finlandés. Lo conseguí gracias a.un encantador policía. Al parecer proviene del Sanatorio Paimio , que Aalto diseñó en 1928. Me encanta tenerlo porque visité el Sanatorio en el viaje de estudio sobre Aalto, aunque no puedo evitar pensar que debería estar allí y no en un apartamento neozelandés.

La lámpara Davide Groppi combina muy bien con los muebles vitrina blancos USM.

Sí, me enamoré de la sencillez y el carácter etéreo de sus luminarias. Lleva el ingenioso nombre de "Less For Less" y viene con dos bases, una estándar y otra magnética. La base magnética es idónea para combinar con el acero USM.

¿Y cree que USM encaja bien con el estilo de vida neozelandés?

Totalmente. Puedes colocar los módulos en una gran variedad de entornos y se adaptarán a la perfección. Me encanta esa flexibilidad. Además, los diseños pueden dar un aire informal o sofisticado según el espacio. Me haría mucha ilusión incorporar muebles USM en la casa de la playa, ya que se pueden reconfigurar para crear nuevas ambientaciones. Es maravilloso. Son realmente intemporales y combinan igual de bien con estilos contemporáneos y de mediados de siglo.

Reconozco varias obras de arte neozelandesas en sus paredes...

Sí, de hecho, toda nuestra colección es de artistas de Nueva Zelanda. Tenemos muchas obras de artistas de Canterbury, ya que vivimos allí mucho tiempo.

Y el hombre con sombrero de Michael Parekowhai. ¿Lo adquirió específicamente para este piso?

Sí, me gustó mucho la idea de que aquí estamos en el centro y que la obra se asemeja al hombre de René Magritte, una especie de burócrata de los años 50: por un lado, contemplando la ciudad y, por otro, con la mirada perdida en la pared. Me gusta que mire a la ciudad pero a la vez a su propia casa [en referencia a la obra de Michael Parekowhai titulada "El faro", que se encuentra al otro lado del muelle donde vive Kristina].

Gracias, Kristina, por enseñarnos su piso y su puerto favorito. Para saber más sobre los proyectos de Kristina, visite www.kristinapickford.com. Este reportaje fue realizado por la revista internacional de entrevistas Freunde von Freunden.


 


Si desea comprar un mueble USM Haller, puede diseñarlo con nuestro configurador en línea o puede contactar con su distribuidor local aquí.